lunes, octubre 30, 2006

La Nueva Trampa del Trabajador


Si por un momento nos transportáramos a 1892, estaríamos en medio de una revolución, pero con un escenario muy distinto, con muy pocas luces, sin correos electrónicos, sin teléfonos celulares, ni noticias televisadas y una economía que salía de las granjas y se mudaba a las fábricas. Si no tuviéramos trabajo, la única opción disponible sería trabajando en una fábrica por tan solo $2.00 al día. Sería requisito indispensable que dejáramos el cerebro en la entrada nos dedicáramos a seguir órdenes o realizar el mismo trabajo mecánico y monótono hora tras hora, día tras día.
Es en este ambiente que Frederick Taylor, hijo de familia adinerada y graduado de una prestigiosa universidad, decidió pasar los primeros años de su carrera profesional. Muy pronto empezó a darse cuenta de las ineficiencias de los procesos y empieza a trabajar de forma diferente logrando aprovechar al máximo los materiales y consiguiendo ahorros importantes en tiempo.
Frederick Taylor (persona más influyente en el mundo empresarial según Peter Drucker) le abrió los ojos al mundo industrial demostrándoles que habían caído en una trampa, la trampa de que el que más horas trabaja es el mejor trabajador, la trampa de que el mérito se basa en horas trabajadas y no en la eficiencia de nuestro trabajo.
Si fuéramos a competir en una carrera de carros y estuviéramos buscando quienes cambien las llantas, estaríamos poniendo como requisito indispensable que sean muy buenos cambiándolas (calidad) pero justo después, el requisito sería que las cambien en el menor tiempo posible. Estos se lograría si la persona tiene experiencia, técnica y herramientas.

Sin embargo hoy en día las luces prendidas en las oficinas al caer la noche, los correos electrónicos enviados entrada la madrugada, las correas llenas de dispositivos electrónicos, y los asensos basados en la cantidad de horas trabajadas nos demuestran que en la era de la información estamos cayendo nuevamente en la trampa del tiempo y dejando a un lado el mérito basado en conocimiento, buen uso de herramientas y sobre todo la eficiencia.

Tal como lo hizo Frederick Taylor a finales de los 1800´s hoy en día podríamos tratar de determinar qué es lo que hace a las personas más efectivas que otras, esta no sería tarea fácil ya que aunque los mismos principios gobiernan, determinar cómo fragmentar en pedazos divisibles lo que las personas hacen hoy en día, para determinar cómo pueden ser más eficientes es bastante difícil. De hecho muchas veces vemos a las personas ocupadas pero no sabemos en realidad qué hacen.
Muchas personas determinan la eficiencia del trabajo por la cantidad de correos electrónicos que reciben o envían, otros por la cantidad de horas que pasan en el trabajo, otros por que tan bien dominan el uso del celular, la computadora o el blackberry. La respuesta no es muy clara aún, pero debe estar muy ligada al nivel de conocimiento que tienes y como lo aplicas, que tan bien complementas tu conocimiento con el de otros, que tan rápido logras los objetivos y a costa de que lo logras. Para todo lo anterior contar con conocimiento como moneda de cambio va a ser indispensable, o sobre todo “Saber Quién lo Sabe” puede ser más indispensable aún.
Saber que herramientas usar cada vez es más difícil por la gran cantidad de herramientas nuevas que salen todos los días. Si Taylor visitara una ferretería hoy compraría directamente 4 cosas: Martillo, clavos, cuerda y serrucho. Se preguntaría ¿Qué es todo lo demás? Esto es precisamente lo que nos pasa cuando buscamos herramientas tecnológicas y nos enfocamos en usar solo procesador de palabras, hojas de cálculo y correo electrónico. Pero imagínense cuanto tomaría construir una casa con tan solo 4 herramientas, trabajaríamos muy duro pero no seríamos eficientes. Es muy probable que esto nos esté pasando hoy en día tan solo usando unas cuantas herramientas tecnológicas, truncando así poder alcanzar niveles de eficiencia exponencialmente mayores
He generado muchas preguntas y he brindado muy pocas respuestas pero lo que espero haber hecho, es haber creado la curiosidad de buscar nuevas y mejores formas de hacer las mismas cosas que hacemos hoy en día. Cuestionar si muchas de las herramientas que usamos o que otros usan son verdaderamente necesarias y sobre todo que cuando nos encontremos trabajando a las 8:30 p.m. mientras un extraño acuesta a nuestros hijos estemos seguros que NO había forma de haberlo evitado.

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